lunes, 10 de septiembre de 2012

Nelly Omar cumple 101 años

 Nelly Omar, una de las voces más famosas del tango argentino cumple 101 años y tamaña celebración no podía pasar desapercibida.

La cantautora nacional, proscripta por más de una década luego de la Revolución Libertadora de 1955 que derrocó a Juan Domingo Perón, Nelly Omar vive en la actualidad en el barrio porteño de Palermo y se mantiene joven sonriendo y practicando diferentes ejercicios de respiración de yoga.

Nacida en la localidad de Guaminí, Nelly comenzó su carrera artística en 1924 aunque su época de mayor apogeo se distribuyó entre las décadas del ´30 y del ´40 donde supo hacer sonar en todas las emisoras temas como Callecita mía, Sólo para ti, Latido tras latido e Intriga y pasión, entre otros.

Apodada por Enrique de Rosas como "La Voz diferente", Nelly Omar disfrutó una breve carrera cinematográfNellyica y de un romance con el recordado compositor Homero Manzi de quien se dice que le compuso los temas Malena, Sur y Solamente ella.


La edad no parece ser ningún obstáculo para esta destacada artista, declarada Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1996 y Embajadora del Tango en 2010, que continúa presentándose en diversos festivales y eventos.


Soy un mito", concede entre risas. Luego se suelta un anecdotario frondoso, haciendo gala de una memoria prodigiosa. "Me consagré a esto que es la canción. No diría ciudadana porque soy mitad campesina, mitad porteña. Me vine con 13 años a vivir acá, por necesidad. Perder a mi papá me hizo cambiar el rumbo. Como lo seguí tanto a Gardel, que era amigo de mi padre, no me quedó más remedio que mezclar lo folklórico que traía de Gauminí, mi pueblo, con el tango, con lo que había aprendido arriba de los discos de Gardel", precisa Nelly Omar, enrolada como Nilda Elvira Vattuone.
-¿Se adaptó rápido al ritmo de la Capital de entonces?
-Uno tiene que acostumbrarse aunque no quiera, pero yo tengo una particularidad: no me mezclo con las cosas que no me gustan, no hago amistades con gente que no me gusta. Vivo mi vida como yo quiero vivirla. Ahora es solitaria, escucho mucha música, tengo mis amigos, más hombres que mujeres. Y leo lo que puedo. Voy al teatro con matrimonios amigos. Tengo algo para decir al respecto de los teatros: hay mucha desvergüenza en la actitud de las actrices y bailarinas. Y no tomo a eso como una virtud.
-¿Tiene algún plan para celebrar semejante acontecimiento?
-Mi trabajo es el mismo. Como conservo la voz, me comprometí para actuar en Rosario en diciembre, por más calor que haga. El 30 de septiembre debía estar en el Luna Park, pero mi salud no me lo permitió. Veré si puedo hacerlo en noviembre, si es que arreglo con el empresario. Después me entregaré al dolce far niente, como dicen los gringos. Quiero conocer otras cosas, viajar un poquito. Conocer las provincias. Hace poco, me llamó un hombre de Santiago del Estero para recordarme que me vio cuando tuvieron que sacarme por una banderola. Que estés en un lugar por trabajo, no significa que conozcas ese lugar como corresponde.
-¿Cuáles son los puntos altos de su carrera?
-Me levanté cuando grabé con (Francisco) Canaro. Canaro era muy nombrado, reconocido y escribía esas comedias musicales fantásticas. Él me acopló a ese mundo. Le dije "maestro, yo canto bailable, como Gardel". Porque con Gardel se puede bailar sin perder el ritmo del tango... Y ahora el tango se ha hecho saltarín. Canaro me hizo muy bien al permitirme grabar con su orquesta. Él mismo me llamó. Eso pasó en el ‘46 y ‘47. A partir de ahí, fui formando mis conjuntos con Roberto Grela, José Cané (me ayudaba a elegir sus repertorios, me los pasaba con su guitarra). Acabo de escuchar un disco de ese momento. Me lo pasó Omar Cerasuolo, que tiene un programa en Radio Nacional. Me pasó un disquito que tiene una milonga interpretada por tres cantores." Está dedicada a vos", me recordó Omar. Era De pura cepa. Me hizo emocionar cuando la escuché.
-En todas sus biografías se destaca la relación que tuvo con Eva Perón. ¿Diría que fue su amiga?
-La conocí en el ‘40, en el aeródromo de Quilmes, adonde las dos íbamos a aprender a volar. Ella recién empezaba en Radio Belgrano. "¿No se conocen?", nos preguntaron los muchachos amigos en común. "No tengo el gusto", contesté; y ella respondió "soy Eva Duarte, acabo de hacer un radioteatro en Radio Belgrano". "Qué suerte, le dije, vamos a tener una actriz joven y bonita". Nos hicimos amigas. Hasta el '44 nos veíamos seguido.
-¿Qué pasó luego?
-Bueno, cuando pasó lo del terremoto de San Juan, ella fue al Luna Park acompañada por el coronel Limber, que estaba en La Caja de Ahorro. Ahí la conoció Perón. Los presentaron y nunca más se separaron. Después la seguí viendo, porque yo actuaba en todos los festivales y asistía a todas las comidas. No me pagaban un mango. Hasta que un mediodía me llamó para que fuera a la residencia de la calle Austria, adonde iba siempre, y me preguntó "¿no te causó sorpresa que te llame a esta hora?" "No señora, si siempre pasó por aquí", le respondí. "Te traje para preguntarte por qué estás tan flaca". Yo estaba piel y hueso. "Será porque no trabajo", le dije. "Y esto que hacés qué es", me cuestionó. "Esto es un compromiso, no me lo pagan", rematé. Se agarró una bronca, ella creía que me pagaban. Al otro día me hizo ir a la Facultad de Derecho y en el hall estaba lleno de artistas, pero de los importantes, Arata, Discépolo... Cuando pasé directamente, pensé que se imaginarían que era una acomodada... Luego, Eva me presentó a Nicolini, ministro de Telecomunicaciones, y le dijo "quiero que le dé trabajo a Nelly en alguna radio, mañana mismo si es posible y en el mejor horario".
-Dada la orden...
-Claro, fui a Radio Splendid, me pusieron un papel en blanco y me dijeron "ponga la suma que quiera ganar". Al poder Eva se lo fue ganando a puro temperamento. En algún punto, se parece a mí. Cuando me enojo, puedo quemar la casa... Lo cierto es que me rehusé a poner la suma y le pedí que al empresario que expresara cuánto era lo justo. Y me puso 8.000 pesos. Conservo los contratos.
-No me diga.
-Sí, como también recuerdo muy bien que a Hugo del Carril lo llevé yo al peronismo. Eva no lo quería ver porque había enarbolado la bandera de la Unión democrática con Ana María Lynch. Cuando (Homero) Manzi trajo las letras para que cantara Hugo, el secretario de Eva me dijo ¿"Qué quiere? ¿Que me eche?" "No, dígale que yo lo traje", respondó. Y así fue, ella me mandó a llamar y le sugerí que escuchara bien las letras que Manzi había hecho y que Hugo era el indicado para interpretarlas... Me tuvo 10 minutos como matándome con los ojos. Después se relajó, me puso la mano en el hombro y me dijo "si lo hiciste vos, está bien". Hugo quedó reintegrado, pudo hacer películas, le regalaron un Mercedes Benz. No me dieron ni las gracias. Ni Hugo ni nadie. No me importa, cuando hago bien algo, no pido ninguna retribución. Soy así, es mi temperamento.
-Eso, ¿su temperamento le trajo muchos problemas?
-Busco un desahogo necesario. No tengo cuenta bancaria, no la necesito. Si tengo algún pesito, le doy la mitad a quien lo necesite y a la otra me la quedo. Pasé mucha hambre y necesidad después del derrocamiento del general Perón. Estuve 17 años proscripta. Pasé calamidades de todo tipo. Hasta el año '72, que me llamaron de El rincón de los artistas. Fue entonces que me pude comprar el departamento que estoy ocupando. Son dos ambientes y me lo gané yo. Me alcanza para mí. Como familia no tengo y hermanos se han muerto todos, me alcanza. Tengo sobrinos, pero los sobrinos no son familia, son agregados.
-¿Cuál es el amor de su vida?
-No he tenido. He tenido hombres que han sido buenos conmigo. Gente respetuosa, que me ha hecho sentir cómoda en el sentido del afecto. Enamorada ciegamente, no. Me hubiera gustado enamorarme, porque tengo en claro que el amor es lo mejor que tiene este mundo, que supongo que lo hizo Dios. Si no sembramos amor, la gente no puede ser feliz.
-Usted puede no haberse enamorado de nadie, pero hay gente que debe haberse enamorado de usted. ¿O no?
-Uno se suicidó. Pero no podía corresponderlo. Un 18 de marzo me dijo "si usted no me da el sí, me voy del mundo". Y a los tres días, un amigo en común me contó que había muerto y en qué circunstancias. No me conmovió, porque me parece que no hay que ser tan cegado ante la adversidad.
-Finalmente, ¿es efectivamente usted la musa de "Malena", escrita por Homero Manzi?
-Siempre creo que fui. En realidad, me rebelo ante el hecho de que están tan empeñados en decir que es la Toledo (se refiere a Malena de Toledo)... Y la Toledo era una mata hari que andaba ayudando a los militares de Caracas... A un bolerista lo citó en un puente, avisó al ejército del encuentro, le dijo a los soldados que era un contra y lo ejecutaron. Luego escapó a Brasil y ahí conoció a Homero... Como sea, no tuve una relación formal con Manzi porque él había prometido separarse y volverse a casar, como no lo cumplió... Lo atendía porque me acosaba. Me llamaba, me perseguía. Me hizo un poco la vida imposible. Pero como no lo amaba, no me mortificaba. Y él hizo muchas músicas dedicadas a mí. Hay un tango, que nadie lo nombra pero es el que a mí más me gusta. Me lo hizo en el '37, cuando se me declaró en Radio Belgrano. Se titula Solamente ella y dice (recita): "Ella vino una tarde y era triste, fantasma de silencio y de canción; llegaba desde un mundo que no existe, vacío de esperanza el corazón. Era nube, sin rumbo ni destino, tenía la ternura del adiós.Mi paso la siguió por cien caminos, y un día mi fatiga la alcanzó".
-Concluimos, entonces, que usted no correspondió el amor de Manzi.
-Me persiguió del ‘37 al '51, que se murió. Fue un amor imposible para él. La mujer le mandaba anónimos del tipo "no te quiero ver con esa, prefiero verte muerto". Y lo vio muerto, nomás. ¿Qué me cuenta?

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